CUENTO

Señor nariz de Juan


Estaba cansada de Juan. de ver sus manos, sus pies, sus ojos y todo lo que saliera de su insaciable boca, pero aguantaba todo, porque solo quería olvidar mis penas, pasando un rato con aquel individuo.
 Estar junto a él me tenía embobada desde el primer día que lo vi, esa era lo condición biológica, humana, carnal, que tenía que soportar, le he preguntado varias veces porque no se anima a escapar de esa tormentosa vida rutinaria, tenía tanta pena de verlo sufrir de esa manera y soportar los malos tratos, su falta de aseo y constantes constipaciones, aún así, no me importaba como se veía, quería a cada uno de sus poros abiertos y lo que salía de estos.
Hoy despierto, hoy veo a Juan y no veo más que carne, carne desechable, carne que solo sirve para darme placer y nada más, antes de Juan, mucho antes de Juan, estuvo Alberto, antes de él, Joaquín, y previo a él, Pablo. Ninguno llegaba a complacerme, parte de ellos, solo una parte de cada uno de ellos se acercaba a lo que buscaba. Y hoy necesito una nariz, y la de Juan daba respiraciones profundas, sus quiebres de tarmeño autóctono moldeaban a mi parecer las expectativas más altas que tenía.
No recuerdo como de un solo golpe pude noquear a Juan, pero lo logré, tumbado en el piso pude cargarlo con la poderosa fuerza de la adrenalina y excitación que sentía en ese momento, era mi oportunidad para hacer lo de siempre. No podría decir que era experta en esto, mas bien me consideraba una suertuda.
 Sentía la necesidad de conservar aquella hermosa nariz y depositarla junto a los otros huéspedes que alguna vez fueron parte de unos cuerpos.Y lo conseguí.
Tenía poco tiempo y muchas ideas en mente, estaba acostumbrada a estar rodeada de producto humano, mi único objetivo era crear el hombre perfecto y soñado que siempre quise, que me rodeara con sus brazos y poderle decir que cada centímetro de él, estaban hechos para mí y por mí.
Sin saber de anatomía logré unir y armar todas las piezas que había conseguido, elegí una variedad de brazos, piernas, manos y demás partes del cuerpo de manera rigurosa, a veces era un poco difícil decidir cual era mejor, me tomó tiempo cortar, coser y lograr que quedara fijo, pero lo logré, el conjunto no tenía una forma humana precisa, más bien parecía una masa pigmentada con diferentes tonos morados, pero aún así me parecía la cosa más perfecta que había visto, verlo, hacía que mis ojos brillasen y no podía separarme de él, en el medio lo coloqué a él, el protagonista de todo mi invento: "El señor nariz de Juan".

Comentarios

Entradas populares